Sofía, la vaca que amaba la música
Sofía vive en el campo. Adora la música. Le gusta mucho cantar y cuando da un concierto, su familia y sus amigos quedan encantados.
Un día, sale una convocatoria importante del concurso de música. Todas las orquestas del país están invitadas a participar.
–Quiero probar suerte –dice Sofía a sus amigos–. A lo mejor encuentro trabajo en una orquesta.
–¿Quieres ir a la ciudad? –pregunta su madre.
–¡Quieres dejarnos! –exclama su padre.
–¿Y nuestros conciertos? –comentan apenados sus amigos.
–Escuchen –dice Jorge, el caballo–, Sofía tiene razón: debe intentarlo; tiene talento y lo conseguirá.
El día de su partida, todos acompañan a Sofía... ¡Por fin, la gran ciudad!
Sofía compra un periódico, se sienta en un café y lee las ofertas de trabajo. Muchas orquestas buscan músicos.
Sofía acude a varios lugares, pero nadie la acepta.
–Si viene por la vacante –le dicen– lo siento... ¡buscamos a alguien de más peso!
–¿Viene por la vacante? –le dicen– Lo siento, querida... ¡temo que no está a la altura!
–¿Viene usted por la vacante? –se repite la historia– Lo sieeento, queriiida, pero usted no es suficientemente elegante para nuestra orquesta.
–Vaya grupo –dice Sofía, furiosa y vuelve a consultar su periódico. Está desanimada.
Orquesta de las Vacas Locas, Orquesta Real Canina, Los Gatos Ronroneantes... ¿Para qué continuar? ―No me queda más que volver a casa.–
Triste, se sienta en la terraza del café de la estación.
–¿Y bien, señorita, no van bien las cosas? –se interesa el mesero.
Sofía le cuenta sus desgracias.
–¡Oh!, no me extraña nada, señorita. Estas orquestas no valen nada, no aman verdaderamente la música. Yo mismo, que soy músico, he pasado por eso: tenía el pelo o muy largo o muy corto; tenía las orejas caídas, el morro demasiado puntiagudo; no tenía la altura, ni el color...
–Entonces –dice Sofía–, ¿por qué no formamos una orquesta nosotros? ¡No contrataremos a nadie más que por su talento! Permita que me presente: soy Sofía.
–¡Chóquela, señorita! Soy Thelonius.
Sofía y Thelonius pusieron un anuncio en el periódico. Y los candidatos hicieron cola.
Ambos los escuchan con mucha atención. Al cabo de un rato contratan... a cuatro excelentes músicos.
Sofía bautiza el grupo Los Amigos de la Música. Y, por supuesto, ganan el concurso.
Un día, sale una convocatoria importante del concurso de música. Todas las orquestas del país están invitadas a participar.
–Quiero probar suerte –dice Sofía a sus amigos–. A lo mejor encuentro trabajo en una orquesta.
–¿Quieres ir a la ciudad? –pregunta su madre.
–¡Quieres dejarnos! –exclama su padre.
–¿Y nuestros conciertos? –comentan apenados sus amigos.
–Escuchen –dice Jorge, el caballo–, Sofía tiene razón: debe intentarlo; tiene talento y lo conseguirá.
El día de su partida, todos acompañan a Sofía... ¡Por fin, la gran ciudad!
Sofía compra un periódico, se sienta en un café y lee las ofertas de trabajo. Muchas orquestas buscan músicos.
Sofía acude a varios lugares, pero nadie la acepta.
–Si viene por la vacante –le dicen– lo siento... ¡buscamos a alguien de más peso!
–¿Viene por la vacante? –le dicen– Lo siento, querida... ¡temo que no está a la altura!
–¿Viene usted por la vacante? –se repite la historia– Lo sieeento, queriiida, pero usted no es suficientemente elegante para nuestra orquesta.
–Vaya grupo –dice Sofía, furiosa y vuelve a consultar su periódico. Está desanimada.
Orquesta de las Vacas Locas, Orquesta Real Canina, Los Gatos Ronroneantes... ¿Para qué continuar? ―No me queda más que volver a casa.–
Triste, se sienta en la terraza del café de la estación.
–¿Y bien, señorita, no van bien las cosas? –se interesa el mesero.
Sofía le cuenta sus desgracias.
–¡Oh!, no me extraña nada, señorita. Estas orquestas no valen nada, no aman verdaderamente la música. Yo mismo, que soy músico, he pasado por eso: tenía el pelo o muy largo o muy corto; tenía las orejas caídas, el morro demasiado puntiagudo; no tenía la altura, ni el color...
–Entonces –dice Sofía–, ¿por qué no formamos una orquesta nosotros? ¡No contrataremos a nadie más que por su talento! Permita que me presente: soy Sofía.
–¡Chóquela, señorita! Soy Thelonius.
Sofía y Thelonius pusieron un anuncio en el periódico. Y los candidatos hicieron cola.
Ambos los escuchan con mucha atención. Al cabo de un rato contratan... a cuatro excelentes músicos.
Sofía bautiza el grupo Los Amigos de la Música. Y, por supuesto, ganan el concurso.
LEE LA SIGUIENTE LECTURA EN VOZ ALTA Y EN CLASE COMENTAREMOS ACERCA DE ELLA.
La abeja haragana
Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar. Es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo.
Era, pues, una abeja haragana.
Todas las mañanas, apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo día. Zumbaba muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir y así se la pasaba todo el día, mientras las otras abejas se mataban trabajando para llenar la colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién nacidas.
Como las abejas son muy serias, comenzaron a disgustarse con el proceder de la hermana haragana. En la puerta de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que están de guardia, para cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen ser muy viejas, con gran experiencia de la vida, tienen el lomo pelado porque han perdido los pelos de tanto rozar contra la puerta de la colmena.
Un día, pues, detuvieron a la abeja haragana cuando iba a entrar, diciéndole: –Compañera: es necesario que trabajes, porque todas las abejas debemos trabajar.
La abejita contestó: –¡Yo ando todo el día volando, y me canso mucho!
–No es cuestión de que te canses mucho –le respondieron– sino de que trabajes un poco. Es la primera advertencia que te hacemos. Y diciendo así la dejaron pasar. Pero la abeja haragana no se corregía.
De modo que a la tarde siguiente las abejas que estaban de guardia dijeron: –Hay que trabajar, hermana.
Y ella respondió en seguida –¡Uno de estos días lo voy a hacer!
Era, pues, una abeja haragana.
Todas las mañanas, apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo día. Zumbaba muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir y así se la pasaba todo el día, mientras las otras abejas se mataban trabajando para llenar la colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién nacidas.
Como las abejas son muy serias, comenzaron a disgustarse con el proceder de la hermana haragana. En la puerta de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que están de guardia, para cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen ser muy viejas, con gran experiencia de la vida, tienen el lomo pelado porque han perdido los pelos de tanto rozar contra la puerta de la colmena.
Un día, pues, detuvieron a la abeja haragana cuando iba a entrar, diciéndole: –Compañera: es necesario que trabajes, porque todas las abejas debemos trabajar.
La abejita contestó: –¡Yo ando todo el día volando, y me canso mucho!
–No es cuestión de que te canses mucho –le respondieron– sino de que trabajes un poco. Es la primera advertencia que te hacemos. Y diciendo así la dejaron pasar. Pero la abeja haragana no se corregía.
De modo que a la tarde siguiente las abejas que estaban de guardia dijeron: –Hay que trabajar, hermana.
Y ella respondió en seguida –¡Uno de estos días lo voy a hacer!
_____________________________________________________________
Horacio Quiroga, La abeja haragana. Rogelio Naranjo, ilus. México, SEP
NO OLVIDES LEER LA LECTURA EN VOZ ALTA, QUE TE LA DICTEN Y COPIA EN TU CUADERNO, LUEGO CORRIGE LOS ERRORES DE ORTOGRAFIA
Bolita
Aquella mañana, después de poco más de quince meses, ¡pop!, la jirafita salió de la panza de mamá jirafa. Era gordita, y así le encantaba a mamá jirafa; también a don Jaime, el cuidador de las jirafas. Pero el más encantado de todos era Poncho, el hijo del cuidador, que le puso el nombre, nada imaginativo, de Bolita.
Bolita era redonda por todos lados, y cuando se dio cuenta de que decían cosas de ella, empezó a sentirse mal.
Una tarde unos niños, la señalaron muertos de risa:
–¡Qué gorda! –dijo uno.
–¡Parece un globo! –gritó otro.
A Bolita aquello no le gustó. Los niños se rieron y se alejaron. Poncho había presenciado la escena y vio cómo un par de lágrimas bajaba por las redondas mejillas de Bolita.
Esa noche Poncho casi no durmió pensando cómo resolver el problema.
Ponerla a dieta no serviría, pues Bolita comía justo lo que debía comer una jirafita de su edad; darle menos podía debilitarla... Esa tarde a Poncho se le ocurrió un plan B.
Se encerró en una cueva, con Bolita y un montón de cosas, y un rato después salió de la cueva seguido por una Bolita un poco distinta.
Pasó el día viendo cómo le iba a Bolita con su disfraz. Pero desde el principio sospechó que su plan no funcionaría. Bolita no se sentía bien. Extrañaba a su familia, y los elefantes se alejaban de ella. Los asistentes al zoológico se le quedaban viendo como si viniera de otro planeta.
Llegó un momento en que Bolita no aguantó más y empezó a correr alrededor de la jaula. Pero su disfraz estaba a punto de deshacerse.
–¡Papaaaá! ¡A ese elefante se le está cayendo la trompa!, ¡papá, mira!, ¡aghhh! –gritó un pequeñín horrorizado.
Los elefantes se asustaron con los gritos del niño; don Jaime, que andaba por allí, salió al rescate: calmó al niño, calmó a los elefantes y liberó a Bolita de su disfraz de elefante.
Poncho estaba sentado con la cara entre las manos, mirando aquello con tristeza. Su plan B había fracasado.
Don Jaime lo tomó de la mano, con la otra tomó la cuerda que sujetaba a Bolita y caminaron juntos hacia la jaula de las jirafas.
–Bolita es una jirafa, Poncho, no un elefante.
Las demás jirafas la recibieron con exclamaciones de alegría. Cenando junto a los suyos, Bolita se sintió más jirafa que nunca.
A partir de entonces vivió muy feliz en su jaula, ignorando las murmuraciones que ocurrían entre los visitantes...
A Bolita le pasó como les pasa a algunos adolescentes... Se compuso cuando se estiró.
NO OLVIDES LEER LA LECTURA EN VOZ ALTA .
Bolita era redonda por todos lados, y cuando se dio cuenta de que decían cosas de ella, empezó a sentirse mal.
Una tarde unos niños, la señalaron muertos de risa:
–¡Qué gorda! –dijo uno.
–¡Parece un globo! –gritó otro.
A Bolita aquello no le gustó. Los niños se rieron y se alejaron. Poncho había presenciado la escena y vio cómo un par de lágrimas bajaba por las redondas mejillas de Bolita.
Esa noche Poncho casi no durmió pensando cómo resolver el problema.
Ponerla a dieta no serviría, pues Bolita comía justo lo que debía comer una jirafita de su edad; darle menos podía debilitarla... Esa tarde a Poncho se le ocurrió un plan B.
Se encerró en una cueva, con Bolita y un montón de cosas, y un rato después salió de la cueva seguido por una Bolita un poco distinta.
Pasó el día viendo cómo le iba a Bolita con su disfraz. Pero desde el principio sospechó que su plan no funcionaría. Bolita no se sentía bien. Extrañaba a su familia, y los elefantes se alejaban de ella. Los asistentes al zoológico se le quedaban viendo como si viniera de otro planeta.
Llegó un momento en que Bolita no aguantó más y empezó a correr alrededor de la jaula. Pero su disfraz estaba a punto de deshacerse.
–¡Papaaaá! ¡A ese elefante se le está cayendo la trompa!, ¡papá, mira!, ¡aghhh! –gritó un pequeñín horrorizado.
Los elefantes se asustaron con los gritos del niño; don Jaime, que andaba por allí, salió al rescate: calmó al niño, calmó a los elefantes y liberó a Bolita de su disfraz de elefante.
Poncho estaba sentado con la cara entre las manos, mirando aquello con tristeza. Su plan B había fracasado.
Don Jaime lo tomó de la mano, con la otra tomó la cuerda que sujetaba a Bolita y caminaron juntos hacia la jaula de las jirafas.
–Bolita es una jirafa, Poncho, no un elefante.
Las demás jirafas la recibieron con exclamaciones de alegría. Cenando junto a los suyos, Bolita se sintió más jirafa que nunca.
A partir de entonces vivió muy feliz en su jaula, ignorando las murmuraciones que ocurrían entre los visitantes...
A Bolita le pasó como les pasa a algunos adolescentes... Se compuso cuando se estiró.
NO OLVIDES LEER LA LECTURA EN VOZ ALTA .
El maíz de la hormiguita
Hubo una vez una hormiguita que se había ganado un grano de maíz con su trabajo.
El ratón se lo robó.
La hormiguita fue a acusar al ratón con el gato:
–Gato, anda, cómete al ratón porque se robó mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el ratón? ¿Por qué habría de comérmelo?
Entonces la hormiguita fue con el perro.
–Perro, anda a morder al gato porque no quiere comerse al ratón porque el ratón se robó mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el gato? ¿Por qué habría de morderlo?
La hormiguita fue con el palo.
–Palo, anda a golpear al perro porque no quiere morder al gato porque el gato no quiere comerse al ratón porque se robó mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el perro? ¿Por qué habría de pegarle?
La hormiguita fue con la lumbre.
–Lumbre, anda a quemar el palo porque no quiere golpear al perro porque el perro no quiere morder al gato porque el gato no quiere comerse al ratón porque el ratón se robo mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el palo? ¿Por qué habría de quemarlo?
Por fin, la hormiguita fue con el matancero.
–¡Ahora ve lo que hago! –dijo el matancero; y comenzó a afilar su cuchillo.
Cuando la vaca vieja oyó que iban a matarla fue a beber el agua.
Cuando el agua vio que iba a tomársela fue a extinguir la lumbre. Cuando la lumbre vio que iban a apagarla fue a encender el palo. Cuando el palo vio que venían a quemarlo fue a pegarle al perro.
Cuando el perro vio que venían a golpearlo fue a atacar al gato. Cuando el gato vio que venían a morderlo se fue tras el ratón. Cuando el ratón vio que venían a comérselo entregó el maíz que había robado.
Al día siguiente, la hormiguita estaba sancochando su maíz.
El ratón se lo robó.
La hormiguita fue a acusar al ratón con el gato:
–Gato, anda, cómete al ratón porque se robó mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el ratón? ¿Por qué habría de comérmelo?
Entonces la hormiguita fue con el perro.
–Perro, anda a morder al gato porque no quiere comerse al ratón porque el ratón se robó mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el gato? ¿Por qué habría de morderlo?
La hormiguita fue con el palo.
–Palo, anda a golpear al perro porque no quiere morder al gato porque el gato no quiere comerse al ratón porque se robó mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el perro? ¿Por qué habría de pegarle?
La hormiguita fue con la lumbre.
–Lumbre, anda a quemar el palo porque no quiere golpear al perro porque el perro no quiere morder al gato porque el gato no quiere comerse al ratón porque el ratón se robo mi maíz.
–¿Pero a mí qué me hace el palo? ¿Por qué habría de quemarlo?
Por fin, la hormiguita fue con el matancero.
–¡Ahora ve lo que hago! –dijo el matancero; y comenzó a afilar su cuchillo.
Cuando la vaca vieja oyó que iban a matarla fue a beber el agua.
Cuando el agua vio que iba a tomársela fue a extinguir la lumbre. Cuando la lumbre vio que iban a apagarla fue a encender el palo. Cuando el palo vio que venían a quemarlo fue a pegarle al perro.
Cuando el perro vio que venían a golpearlo fue a atacar al gato. Cuando el gato vio que venían a morderlo se fue tras el ratón. Cuando el ratón vio que venían a comérselo entregó el maíz que había robado.
Al día siguiente, la hormiguita estaba sancochando su maíz.
PRACTICA EN VOZ ALTA LA LECTURA Y EN CLASE LA COMPARTIMOS.
Súper mamá
¡Supermamá está en todas partes! Meciéndose, volando, nadando, paseando.
¡Todas las mamás cuidan a sus bebés!
Los monos en los árboles. Las golondrinas en sus nidos. Las orcas en el
océano.
Supermamá viene en todas las formas y tamaños, puede tener muchas patas
o estar llena de pelo, tener una cola o ¡incluso escamas! Los peces nodriza
anidan y cuidan a sus bebés dentro de la boca.
Llamamos mamá a la persona en cuyo seno nacimos. También a la persona
que nos ha querido y cuidado.
¡Supermamá tiene bebés!
Algunas mamás ponen huevos y otras llevan a sus bebés dentro de su
cuerpo hasta que nacen. Las mamás víboras se enrollan en sus huevos. Las mamás
gatos pueden tener muchos bebés al mismo tiempo.
¡Supermamá es valiente! Si amenazan a sus bebés, ¡arañará!, ¡luchará!,
¡ladrará!, ¡morderá!
La tiranosaura rex era también una buena mamá. Probablemente cargaba a
sus bebés en la boca.
¡Supermamá lo sabe todo! Sabe exactamente lo que le gusta comer a su bebé.
¿Gusanos, escarabajos o galletas?
Y tu mamá, ¿qué tipo de supermamá es?
III PERIODO
REFORCEMOS COMPRENSIÓN LECTORA
Da click en el link.
Divierte con los trabalenguas y lectura.
Trabalenguas
Los trabalenguas se llaman así porque cuando los leemos o decimos parece
que la lengua se nos enreda. Vamos a ver si nos los aprendemos.
Chango chino chiflado,
que chiflas a tu china changa,
ya no chifles a tu china changa,
chango chino chiflado.
Una cabra ética
palética, palán palamética,
tuvo sus cabritos éticos
paléticos, palán palaméticos.
Si la cabra no hubiera sido ética
palética, palán palamética,
sus cabritos no habrían sido éticos
paléticos, palán palaméticos.
De Guadalajara vengo,
jaras traigo,
jaras vendo,
a medio doy cada jara.
¡Qué jaras tan caras vendo!
En medio de una laguna de agua,
estaba una záncara zancajara grande,
con cinco záncaros zancajitos chiquitos.
Por agarrar la záncara zancajara grande,
agarré los cinco záncaros zancajitos chiquitos.
El príncipe sapo
Una princesa acostumbraba ir al bosque, a la orilla de un riachuelo.
Ahí se divertía atrapando una bola de oro. Pero una vez, cuando jugaba,
la bola se le cayó y rodó hasta el arroyo.
Entonces la princesa se puso a llorar. De repente, escuchó una voz: –No
llores –le dijo un sapo–. ¿Qué me darás si te devuelvo tu bola?
–¡Lo que quieras! –dijo la princesa– Mis perlas, mis joyas, mi corona.
–No deseo piedras preciosas –replicó el sapo–, pero si prometes dejarme
ser tu compañero, sentarme a la mesa junto a ti, comer en el mismo plato, beber
en el mismo vaso y dormir en la misma cama, te traeré la bola de oro.
–Tendrás todo lo que quieras –dijo ella. Pero por dentro se dijo: ―¿Qué
quiere este sapo? Que se quede en el agua; nada de vivir conmigo.―
Al recibir la respuesta, el sapo se sumergió en el agua y pronto
apareció con la bola en la boca. La princesita la tomó y se fue corriendo.
–¡Espera! –gritó el sapo–. Me voy contigo.
Pero su croar fue inútil, pues la hija del rey no lo esperó. Al día
siguiente, cuando la princesita estaba a la mesa con su padre y sus hermanas,
oyó que tocaban la puerta.
La joven se levantó para ver quién llamaba. Cuando vio al sapo, cerró la
puerta con todas sus fuerzas y regresó a la mesa, muy pálida. El rey, al verla
tan asustada, le preguntó si algún gigante venía a buscarla.
–No –respondió la princesita–; es un horrendo sapo.
–¿Y qué quiere? –preguntó el rey.
–Ay, papá, cuando estaba jugando con mi bola de oro, se me cayó al arroyo.
Al oír mi llanto, este sapo se acercó y me la devolvió. Pero antes me hizo
prometerle que lo haría mi compañero. Y ahora aquí está.
En eso tocaron otra vez la puerta y el sapo dijo: –¡Princesita! ¿Ya
olvidaste las promesas que me hiciste?
–¡Cumple lo que prometiste! –ordenó el rey–. Abre la puerta.
La joven le abrió al sapo, y éste, en cuanto entró, se fue saltando
junto a la princesa, que empezó a llorar. Sus lágrimas, sin embargo, sólo
sirvieron para enfurecer al rey.
–¡Quien te auxilió en un momento difícil no puede ser despreciado!
–dijo.
Y así ella fue obligada a llevar el sapo a su cuarto.
Pero apenas entraron, el sapo se transformó en un bello príncipe, y le
contó cómo una bruja lo había transformado en sapo y condenado a quedarse así
hasta que una princesita lo sacara del arroyo. Además, le dijo que se casarían
al día siguiente para irse juntos a su reino.
________________
_____________________________________
COPIA EN TU CUADERNO DE LECTO ESCRITURA LA SIGUIENTE LECTURA Y
DESARROLLA LAS PREGUNTAS.
LECTURA COMPRENSIVA
Los niños, cuando salían de la escuela en primavera, acostumbraban a jugar en el jardín del
Gigante. Un día, el Gigante, que era muy egoísta, tomó la decisión de prohibir a los niños jugar en su
jardín. Pero cuando volvió de nuevo la primavera, toda la comarca se pobló de pájaros y flores, excepto
el jardín del Gigante. La Nieve y la Escarcha se quedaron en el jardín para siempre. Así siempre fue allí
invierno.
Pero un día el Gigante se arrepintió de haber sido tan egoísta. Una mañana, estaba todavía el
Gigante en la cama, cuando oyó cantar a un jilguero. Los niños habían entrado en el jardín por un
agujero, y con ellos volvió la primavera .Los árboles se habían cubierto de hojas, los pájaros volaban
piando alegremente, las flores se asomaban entre la hierba verde. Y el Gigante se sentía feliz en el jardín
jugando con los niños.
1. ¿En qué estación juegan los niños?
a) En otoño.
b) En verano.
c) En primavera
2. Dónde acostumbraban a jugar los niños?
a) En el jardín del enano.
b) En el jardín del Gigante.
c) En el parque del Gigante.
3. El Gigante era muy...
a) Egoísta.
b) Generoso.
c) Optimista.
4. ¿Quiénes quedan en el jardín del gigante?
a) El Granizo y la Lluvia.
b) La Nieve y la Escarcha
c) La Luna y el Sol.
5. ¿Qué oyó cantar el Gigante?
a) A un loro.
b) A un canario.
c) A un jilguero.
6. ¿Por dónde entraron los niños en el jardín?
a) A través de una valla
b)Por una puerta.
c) Por un agujero.
7. ¿Qué ocurrió cuando entraron los niños?
a) Que volvió la primavera.
b) Que volvió el verano.
c) Que volvió el otoño.
8. ¿Cómo se sentía al fin el Gigante jugando con los niños?
a) Triste.
b) Feliz.
c) Enfadado.
9. ¿Qué título le podrías a esta lectura?
10. ¿Qué conclusión sacas de esta lectura?
PRACTICA LECTURA EN VOZ ALTA.
El león que no sabía leer
El león no sabía escribir. Pero eso no le importaba porque podía rugir y
mostrar sus dientes. Y no necesitaba más.
Un día, se encontró con una leona.
La leona leía un libro y era muy guapa. El león se acercó y quiso
besarla. Pero se detuvo y pensó: ―Una leona que lee es una dama. Y a una dama
se le escriben cartas antes de besarla.― Eso lo aprendió de un misionero que se
había comido. Pero el león no sabía escribir.
Así que fue en busca del mono y le dijo: ―¡Escríbeme una carta para la
leona!―
Al día siguiente, el león se encaminó a correos con la carta. Pero, le
habría gustado saber qué era lo que había escrito el mono. Así que se dio la
vuelta y el mono tuvo que leerla.
El mono leyó: ―Queridísima amiga: ¿quiere trepar conmigo a los árboles?
Tengo también plátanos. ¡Exquisitos! Saludos, León.―
―¡Pero noooooo!―, rugió el león. ―¡Yo nunca escribiría algo así!― Rompió
la carta y bajó hasta el río.
Allí el hipopótamo le escribió una nueva carta.
Al día siguiente, el león llevó la carta a correos. Pero le habría
gustado saber qué había escrito el hipopótamo. Así que se dio la vuelta y el
hipopótamo leyó:
―Queridísima amiga: ¿Quiere usted nadar conmigo y bucear en busca de
algas? ¡Exquisitas! Saludos, León.―
―¡Noooooo!―, rugió el león. ―¡Yo nunca escribiría algo así!― Y esa
tarde, le tocó el turno al escarabajo. El escarabajo se esforzó tremendamente e
incluso echó perfume en el papel.
Al día siguiente, el león llevó la carta a correos y pasó por delante de
la jirafa.
―¡Uf!, ¿a qué apesta aquí?―, quiso saber la jirafa.
―¡La carta! –dijo el león–. ¡Tiene perfume de escarabajo!― ―Ah –dijo la
jirafa–, ¡me gustaría leerla!―
Y leyó la jirafa: ―Queridísima amiga: ¿Quiere usted arrastrarse conmigo
bajo tierra? ¡Tengo estiércol! ¡Exquisito! Saludos, León.―
―¡Pero noooooo! –rugió el león– ¡Yo nunca escribiría algo así!―
―¿No lo has hecho?―, dijo la jirafa.
―¡No! ―rugió el león― ¡Noooooo! ¡No! Yo escribiría lo hermosa que es. Le
escribiría lo mucho que me gustaría verla. Sencillamente, estar juntos. Estar
tumbados, holgazaneando, bajo un árbol. Sencillamente, ¡mirar juntos el cielo
al anochecer! ¡Eso no puede resultar tan difícil!―
Y el león se puso a rugir. Rugió todas las maravillosas cosas que él
escribiría, si supiera escribir.
Pero el león no sabía. Y, así, continuó rugiendo un rato.
―¿Por qué entonces no escribió usted mismo?―
El león se dio la vuelta: ―¿Quién quiere saberlo?― dijo.
―Yo― dijo la leona―.
Y el león, de afilados colmillos, contestó suavemente: ―Yo no he escrito
porque no sé escribir.― La leona sonrió.
Si queremos decir algo, con nuestros propios sentimientos e ideas,
tenemos que escribirlo nosotros mismos.
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COPIA EN TU CUADERNO DE LECTO ESCRITURA LA SIGUIENTE LECTURA Y
DESARROLLA LAS PREGUNTAS.
COMPRENSIÓN LECTORA COPIA EN TU CUADERNO:
“Hace más de doscientos años dicen que vivió en un enorme
castillo de Niedeck una familia de gigantes.
Dicen que la única hija de los dueños del castillo se alejó un
día paseando entre pinares y viñedos hasta una colina
desde donde se dominaba el pueblo y el valle, partido
en trozos de tierras labrantías.
La niña gigante se detuvo para mirar a unos extraños seres que
se movían allá abajo arañando el suelo. Durante algunos
momentos observó con curiosidad al hombre que labraba
su campo. Aquello era desconocido para ella. La muchacha,
feliz por su hallazgo, se acercó al hombre y a los bueyes
y los recogió en su falda como si fueran juguetes.
Volvió al castillo la muchacha y fue contenta a mostrarles a
sus padres lo que traía. Y, mientras hablaba, puso
al labrador y la yunta sobre la mesa, y los empujaba
para que trabajaran.
El gigante de barba nevada dijo cariñoso y serio:
-¿Sabes bien, hija mía, lo que traes? ¿Tú sabes lo que has
hecho? Esto que tú llamas juguete es un hombre campesino. Lo
has sorprendido cuando trabajaba la tierra para arrancarle los
frutos que te alimentan a ti y hacen vivir a tus padres.
Ese humilde trabajador es el más útil de todos los hombres. Los
demás pueden vivir gracias a su trabajo”.
COMPRESIÓN LECTORA “EL CASTILLO DE NIEDECK”
1. ¿Quiénes eran los habitantes del castillo?.
2. ¿Cómo se llamaba el castillo?.
3. ¿Qué observó con curiosidad la niña gigante?.
4. ¿Cuántos hermanos tenía la hija del gigante?.
5. ¿Qué significa la expresión: Una colina desde donde se dominaba el pueblo y el valle?
□ Que el rey era el dueño de las tierras, del pueblo y el valle.
□ Que en el pueblo todos hacían lo que el rey quería..
□ Que desde allí se veía el pueblo y el valle.
¿Qué significa la expresión: Extraños seres que se movían arañando el suelo?
□ Muñecos que había colocados en la tierra.
□ Campesinos labrando la tierra..
□ Tractores arando el campo.
¿Qué es una yunta?.
□ Un par de bueyes que aran juntos.
□ Una tierra de cultivo.
6. ¿A que se dedicaban los habitantes del pueblo?.
7. ¿Con que confundió la niña gigante a los campesinos?.
8. La niña gigante ¿para qué cogió al labrador y a los bueyes?.
□ Para enseñárselos a su padre y jugar con ellos.
□ Porque su padre se lo pidió.
□ Para hacerles daño.
9. ¿Con qué expresión se indica en el texto el color de la barba del gigante?
10. ¿Estaba acostumbrada la niña gigante a ver a los campesinos trabajar?.
11. ¿Esta historia es de nuestro siglo?.
12. El castillo de los gigantes ¿está en una población española?.
13. ¿Cómo se labraba la tierra en esa época?.
14. ¿Cómo crees que es la hija del gigante?
□ Orgullosa y caprichosa.
□ Curiosa y alegre.
15. ¿Te gustaría ser gigante?.
16. ¿Cómo valoras el trabajo de los agricultores?.
PRACTICA COMPRENSIÓN LECTORA
COPIA EN TU CUADERNO.
El ratoncito Pérez
Había una vez una ostra que estaba muy triste porque había perdido su perla.
La ostra le contó su desgracia a un pulpo que se arrastraba por el fondo del mar.
- ¿Cómo era la perla? - Blanca, dura, pequeña, y brillante.
El pulpo le prometió que le ayudaría y se fue. Se lo contó a una tortuga que estaba jugando con las olas. Ésta le dijo al pulpo que ayudaría a la ostra y se marchó a contárselo a un ratón que estaba merodeando por la playa. El ratón se apellidaba Pérez.
- Tiene que ser algo blanco, pequeño, duro y brillante.
El ratón fue a buscar por ahí, pero no encontró nada que sirviera.
El ratón se fue a su casa triste y decepcionado porque no había encontrado nada. La casa del ratón estaba en un hueco de la pared de la habitación de un niño. El niño había dejado un diente que se le había caído encima de su mesita de noche; el ratón lo vio, se acercó y comprobó que era blanco, pequeño, duro y brillante.
Así que cogió el diente de leche y a cambio le dejó al niño la moneda de plata. Luego volvió corriendo a la playa y le dio el diente a la tortuga. La tortuga al pulpo, y el pulpo a la ostra, que se puso contentísima, pues aquel diente de leche era del mismo tamaño que la perla que había perdido. Así que lo puso en el sitio de la perla, lo recubrió con un poco de nácar, y nadie podía notar la diferencia.
Por eso, desde entonces, cuando a un niño se le cae un diente de leche, lo pone debajo de la almohada y por la noche el ratoncito Pérez se lo lleva y le deja a cambio un regalo, aunque no siempre es una moneda de plata.
Luego el ratón lleva el diente a la playa y se lo da a una tortuga que se lo da a un pulpo, para que se lo lleve a una ostra que ha perdido su perla.
Cuento Popular
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COMPRENSIÓN LECTORA
LADRÓN CASI MUERE DEL SUSTO.
Una noche de invierno, en la tranquila ciudad de Manizales, una señora vivió una experiencia increíble.
Se había puesto en la cara un preparado con aguacate, yema de huevo y aceite de oliva, para suavizar la piel, y además, se puso rulos en el pelo para ondularlo.
Con la cara verde y los rulos en la cabeza parecía casi un marciano. En esta facha estaba cuando sintió ruidos en el primer piso. Se dio cuenta de que se trataba de un ladrón.
Entonces rápidamente se escondió en el armario y cerró la puerta.
El hombre entró al dormitorio; abrió los cajones y sacó las joyas. Antes de irse, se le ocurrió abrir el armario para ver si encontraba algún otro objeto de valor, pero lo que encontró fue a la señora que, paralizada de terror, lo miraba con los ojos fijos, en piyama, con la cara verde y los rulos en el pelo.
La señora quedó muda de la impresión, pero el ladrón casi se muere del susto porque pensó que un marciano se escondía en el armario.
Entonces la señora pudo pedir ayuda a los vecinos y llamar a la policía.
RESPONDE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1.Subraya la palabra que tenga el mismo significado que la destaca en cada oración.
*El hombre entró al dormitorio y abrió los cajones.
alcoba comedor
*Una señora vivió una experiencia increíble.
habitó sufrió
*Se había puesto en la cara un preparado con aguacate, yema de huevo y aceite de oliva,
ensalada mezcla
2.¿Qué pasó en la tranquila ciudad de Manizales?
3.¿Qué se puso la señora en la cara?
4.¿por qué el ladrón casi muere del susto?
5.¿Crees que la señora se escondió en el armario para asustar al ladrón?
6.Clasifica las palabras del texto en agudas, graves, esdrújulas.
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